miércoles, 25 de febrero de 2009

Café Comercial

Desde mi esquina mientras espero mi café no puedo evitar fijarme en todo y todos los que me rodean.
En estas mesas y estos sofas raidos por el tiempo se han sentado y aun se sientan muchos a los que leo, amo y al mismo tiempo también detesto y envidio; adoro este lugar porque creo queda un poquito de cada uno de ellos aquí.
El sonido de las fichas de domino que caen , se colocan, dan vueltas y más vueltas sobre las mesas de mármol y la tertulia de los allí presentes sirve de banda sonora; en un primer momento parece un ruido insoportable pero si uno lo intenta se acomoda el oído a un ruido infernal que pasa a ser una perfecta banda sonora para una espera.
Al fondo de la sala estan los ya nombrados jugadores de domino y alguno que otro de ajedrez, todos en su mayoria de edad avanzada, todos uniformados con chaqueta de lana bufanda de cuadros y boina, con su abrigo colgado en el perchero; destaca uno de ellos, éste lleva camisa, chaleco, pañuelo al cuello y batín; me lo imagino como el clásico galán mardrileño de los que ya no se encuentran. Todos estos señores me son totalmente desconocidos y al mismo tiempo creo conocerles a todos, y es que en ellos veo a los que son mis abuelos, a lo que seran mi padre o mi tío y a lo que puede que algún día sean aquellos que ahora cmpartirán conmigo mesa y tertulia.
Parece mentira que tal barullo de palabras sin sentido salga sólo por el arranque que me produce una imagen, y eso que una imagen vale más que mil palabras...Yo no creo que llegue a escribir tantas en esta servilleta, pero aunque escribiera muchas más no creo que halla nada mejor que verlos con los propios ojos.
Acabo de ver que delante de mi hay un chico joven que, en un primer momento pense que estaba estudiando, pero ahora veo que está escribiendoen unas tarjetas amarillas, no parecen las tipicas tarjetas que sirven de pauta en una exposición, pero tampoco son tarjetas o postales que entregar, vamos supongo, porque las escribe en rojo...También para de vez en cuando y se queda embobado mirando el panorama unos segundos, vamos como yo, igual el también está escribiendo lo que se el ocurre viendo la imagen que le rodea, y se ha traido tarjetas amarillas para escribirlo, no como servidora que se vale de una pésima servilleta de papel.Tomo nota para la próxima pues es poco probable que aquellos a los que espero no lleguen tarde la proxima vez...


Diciembre de 2008 una tarde cualquiera en el café comercial







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